Acampar y hacer trekking digamos que no son mis actividades favoritas. Puede que, quienes no me conozcan tanto se sorprendan porque me gusta tanto viajar que estas cosas por lo general vienen en el combo, pero no… no las disfruto tanto. Me canso caminar tantos metros hacia arriba, hacia abajo hacia el costado… me cansa jaja, soy siempre la que va al final de todo el grupo porque además me aburre y creo que hasta lo sufro. No, estoy segura que lo sufro! jaja.
El verano pasado mis amigas, que se hacen las aventureras, decidieron que podríamos pasar unos días en las sierras de Córdoba… me propusieron acampar a lo que obviamente expresé un “no” rotundo. Me terminaron convenciendo por el lado de la fotografía y así fue que terminamos planeando casi a último momento nuestro super finde de camping y trekking (eso último me enteré una vez que llegué, porque si lo sabía antes lo pensaba dos veces seguro).
Yo vivo en Córdoba, pero el verano lo paso en mi casa (casa de mis papás o como lo quieran llamar) en Santa Fe. Nos tomamos un bus desde Reconquista hasta Santa Fe capital y de ahí a Córdoba. Nos habíamos olvidado de sacar los pasajes unos días antes, por ende esa fue la única manera. Una de mis amigas ya estaba en la ciudad así que nos encontramos a mitad de semana; justo me surgió un trabajo de fotografía y tuvimos que dejar el tema del camping hasta el fin de semana.
No teníamos idea, googleamos o mejor dicho googlearon (a mi sólo me interesaba sacar mis fotos) un día antes en dónde podíamos acampar, no teníamos carpa, nos habíamos comprado dos bolsas de dormir (éramos 3) y cuando finalmente decidimos el lugar, pudimos ver que exigían un calentador por carpa, ya que obviamente no se puede hacer fuego (por supuesto que tampoco teníamos eso).
Sábado, nos levantamos, fuimos a comprar un calentador, terminamos de armar las mochilas y nos fuimos directo a la terminal de ómnibus alrededor del mediodía teniendo en cuenta que un bus salía hacia Mina Clavero cerca de la 1pm y nos dejaba en la puerta de la Quebrada del Condorito. Estábamos tan “no preparadas” que por supuesto, pleno enero no había asientos disponibles hasta las 4pm lo que implicaba arriesgarnos a llegar casi de noche o directamente abortar la operación.
Hicimos tiempo en la terminal y finalmente salimos, aunque con un poco de retraso porque el chofer no estaba habilitado para manejar. Después nos retrasamos nuevamente porque al hacer una parada en el mercado sud, se dieron cuenta que sobrevendieron un asiento… probablemente habremos perdido poco más de una hora en todo eso y nuestra chance de llegar con un poco de claridad se iba esfumando.
Una vez que salimos de la ciudad, el paisaje era más que placentero pero a medida que íbamos subiendo con el minibus íbamos sintiendo el frío… bien. No teníamos ni frazadas, tampoco camperas abrigadas, Sofía tenía un short… UN SHORT!!! Podría destacarme acá, al decir que si bien soy 0 camping yo era la que más preparada estaba con el tema de la ropa.
Al fin estábamos en el portón de la Quebrada del Condorito. Ajá… si… había un largo camino por delante, por suerte todavía teníamos algo de claridad. A mi me da terror que al costado de la ruta me salga algún bicho raro, terror! Pero no podía dejar de disfrutar e inhalar aire totalmente puro mientras veía verde por todos lados y el sol cayendo.
En el camino no había nadie más que nosotras, cuando vi a un guardaparque me quedé tranquila. Se nos acercó a hablar, dijo que debíamos registrarnos antes de ir hasta el camping, (en mi mente lo único que pensaba era: “acá no es el camping? tengo que caminar más?”) pero como ya se estaba haciendo de noche iba a hacer una excepción para que nos podamos inscribir en la mañana.
Seguimos hasta que finalmente encontramos la zona donde armar nuestra carpa. Ya era totalmente de noche, sólo teníamos una mini linterna que compramos en la terminal (jaja Dios mio que desastre). Armamos la carpa en el primer lugar que encontramos, que cuando nos dimos cuenta, estábamos justo arriba de una parte rocosa. Metimos todas las cosas adentro, nos estábamos congelando en vida, probablemente era uno de los días más calurosos del verano pero allá arriba era un freezer y repito… Sofía estaba de SHORT.
Decidimos utilizar el nuevo calentador para hacer pasta, en realidad mientras ellas se encargaban de esa parte yo acomodaba mi trípode para probar algunas fotos de larga exposición. Era increíble como se veía el cielo desde ahí y cómo nos iluminaba la luna.
La parte de dormir fue la peor de todas, como dije antes teníamos apenas 2 bolsas de dormir y no la ropa adecuada para ese tipo de climas, las bolsas se abrían a los lados entonces usamos una para poner en el piso y la otra para taparnos. Dormimos cucharita entre las 3 y por supuesto que las que estaban en los costados pasaban la peor parte por lo que nos turnábamos. Además, Sofía es muy alta así que casi tenía que dormir cruzada para poder estirar las piernas jaja.
Básicamente no dormimos, titiritamos toda la noche, lo pasamos muy mal, y frases como “nunca más, nunca más”, “chicas somos patéticas” y “el camping no es lo nuestro” fueron las más pronunciadas en esa madrugada, pero a la vez no podíamos dejar de reírnos a carcajadas, sobretodo cada vez que una intentaba hacer un mínimo movimiento para llevarse lo más que podía la bolsa/frazada para taparse.
A la mañana siguiente nos levantó el calor del sol. Era momento de “desayunar”, no teníamos mucho pero debíamos prepararnos para un largo día de caminata cuesta arriba. Yo ya sufría sólo con la idea de pensar y ver todo lo que tenía que subir. Era muy gracioso porque siempre pensé que íbamos a acampar en la quebrada misma, pasar el día y demás, pero no que teníamos que caminar para ver la famosa Quebrada del Condorito. Definitivamente no soy buena con estas cosas jaja.
Ese día anduvimos horas y horas, en la primera media hora pasamos un cartel que decía “Ud. se encuentra en hábitat de puma y yarará” y creo que mi corazón se detuvo. Soy fóbica a las víboras, al punto de que tampoco puedo ver una fotografía. En fin, no me quedaba otra que seguir caminando y tener suerte de no toparme con ninguna.
En el camino pasábamos algunos grupos de gente, vimos que mucho más adelante había otros lugares donde acampar pero mucho más alejados de donde estábamos. Sacando todas esas cosas que nos fueron pasando, que por supuesto luego se convirtieron en una de las mejores anécdotas, el lugar era una maravilla y nos deteníamos a disfrutar cada ángulo porque realmente era increíble.
El parque cuenta con dos balcones, balcón sur y balcón norte y desde ahí se pueden observar los cóndores. Lo bueno es que en algunas paradas que uno hace puede ver pequeños carteles que indican cómo se llaman las aves que probablemente se ven a lo largo de toda la caminata y así se puede distinguir un cóndor realmente. Desde donde acampamos nosotros (que era el primer camping que vimos al llegar) hay dos horas hasta el balcón norte y la exigencia física en teoría es baja. Para llegar al balcón sur hay que bajar 500mts. por unas escaleras hasta llegar al río y de ahí cruzar un puente… nosotras por cuestiones de tiempo, (y por mi parte no quería caminar más jaja) solo llegamos a cruzarlo e hicimos un stop ahí unos cuantos minutos. Pero si querés llegar al balcón sur desde ahí tenés que subir y eso te lleva aproximadamente 45 minutos. En total toda la caminata, visitando ambos balcones te lleva unas 8hs, por lo que se recomienda salir temprano en la mañana para aprovechar la claridad del día. Para la seguridad de aquellos que como yo nunca había hecho esto antes, los guardaparques están presentes por todas las zonas de manera constante.
Después de horas y horas caminando, a la vuelta nos quedamos sin agua pero tomamos aquella que caía de una parte de la sierra y todavía sigo viva, creo que era más pura que el agua que tomamos en la ciudad. Por suerte regresamos a tiempo para desarmar la carpa y volver a la ruta. Nuevamente tuvimos que hacer ese camino desolado y esperamos un buen rato hasta que pasó un colectivo, super lleno de gente que nos cobró algo así como $40 para volver a Córdoba.
La verdad es que la experiencia valió la pena totalmente, no tiene desperdicio de ninguna forma y para quienes no cuenten con suficiente presupuesto, este lugar es perfecto. Para aquellos que viven en Córdoba y nunca lo han visitado realmente se los recomiendo. He viajado muchísimo gracias a Dios, pero este es uno de los lugares más lindos que vi y lo mejor de todo, es que es nuestro.
Acá van unos consejos que aprendí después de este finde aventurero y otros puntos importantes a saber… por si alguien quiere hacer lo mismo y tiene 0,0 experiencia en el tema como yo:
- Si van en temporada alta, comprar los pasajes con anticipación. Las empresas que van son: Sierra bus, COATA, panaholma y Ciudad de Córdoba en su momento. Por supuesto también pueden ingresar con autos hasta el lugar donde se realizan los registros. Los buses solo te dejan en la ruta y de ahí hay aprox. 2 km hacia adentro.
- Llegar durante el día
- Llevar ropa térmica para la noche, alguna frazada y por favor cada cual que tenga su bolsa de dormir con su respectivo aislante jajaja.
- Llevar lo que sea que vayan a comer, nosotras nos hicimos unos tallarines con crema jaja.
- Tener calentador portátil (esto es SUPER importante, ya que sin eso no dejan ingresar al parque si vas a dormir)
- La entrada al parque es gratis 🙂
- Durante el día hace mucho calor y más durante la caminata, llevar agua, protector solar, gorra y ropa cómoda
- No hay energía eléctrica así que olvídense de sus celulares, reproductores de música y demás… créanme que no van a querer utilizar nada de esas cosas 🙂
Para más info la página del parque es http://www.condoritoapn.com.ar/
Agradecemos a Nico por prestarnos su carpa a último momento 😉 Por mi parte… finalmente tuve que acampar varias veces en el año por lo que me compré una… jajaj ni yo lo puedo creer. Nunca digan nunca.
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