Hola Savaii
Mientras observaba absorta lo que pasaba tanto dentro como fuera del wooden bus, siento unos pequeños dedos en mi hombro derecho. Doy la vuelta y una nena me susurra al oído una pregunta que me llamó la atención.
Su gran intriga era dónde estaba mi mamá. Al responderle que viajaba sola y que mi mamá se encontraba en Argentina, el siguiente disparador, ya con mas nenas sumadas la conversación, fue… y dónde esta tu novio? Les parecía extraña la presencia de una mujer blanca, viajera y solitaria.
Observar Observar Observar
El que esté ahí llamaba mucho la atención entre los samoanos que subían y bajaban del bus. Entre tanto amontonamiento yo cargaba una mochila y mi cámara. Trataba de no intimidarlos mientras tomaba fotografías pero a veces no me podía contener porque quería de a ratos congelar algunas memorias, sus gestos, sus manos, todo.

A la vez no podía dejar de observar sus vestimentas, los útiles que llevaban para ir al colegio, que cabe resaltar que sólo era un lápiz y algunos llevaban un morral con un delgado cuaderno. Pensaba en cuando yo iba al colegio, teníamos lapiceras de todos los colores, con brillos y sin, pero ver la simplicidad de estos nenes y en qué basaban su diversión me hizo pensar tantas cosas.
En cuanto a sus ropas, iban descalzos o con chinelas gastadas, se distinguían en los colores de su uniforme, que no dejaba de ser una falda, tanto para nenes y nenas, y una remera blanca liviana. Y la verdad es que hacía mucho calor.

Entre tanto que pasaba en ese autobus, me percato de que algunas nenas iban en el regazo de otras señoras, y pensaba… “Esa señora estaba en el bus desde antes, no se subió junto con la nena”. Hasta que entendí que en Samoa, todos se hacen “upa” sin importar qué tanto se conocen, para que todos puedan subir al wooden bus y nadie tenga que esperar en el camino. Sí, más adelante me tocó a mi jaja…
“You know you live in paradise, right?” (Sabés que vivís en el paraíso, no?
El lugar que podía divisar desde mi ventanilla era realmente un paraíso, el color del agua junto con la calma de las olas era increíble. Savaii era increíble. De a ratos me imaginaba cómo habrá sido este lugar durante el Tsunami del 2009. Mientras de fondo escuchaba lo que yo llamo “canciones de isla”… Dios Santo… estaba en la Polinesia!!!
Por momentos intercambiábamos algunas palabras con algunas nenas, al observar terribles colores me vuelvo a una de ellas y le digo: “Sabés que vivís en el paraíso, no?” Porque no sé, no todos y no siempre nos damos cuenta del lugar donde estamos, a veces se vuelve tan repetitivo que si no se había dado cuenta de eso por las dudas se lo tenía que hacer saber! jajaja!
Me mira y mueve la cabeza en un gesto de decir sí. Luego sigo charlando con una y con otra, les conté dónde iba a parar y me dicen “Ah si, yo conozco, son tal y tal” Y en ese momento no me di cuenta aún pero si hay algo que los samoanos conocen bien, es a la gente de su islas 🙂 Y me acordé de Tui.
De repente era mi turno de bajar. Sí, me di cuenta que me habían cobrado un poquito más de lo que era, y todos se reían. Yo me reía con ellos porque me había dado cuenta de su picardía pero la verdad que no me importaba.
Hospedarte al mejor estilo samoano
Finalmente ahí estaba, en Joelan’s beach fales. Me tomé un ratito para entrar. Es que era un paraíso ( y esa palabra la van a leer repetidas veces en mis posts sobre Samoa). Cuando entré fui al espacio en común donde se encontraba la dueña, Falesoa. En la silla lo primero que diviso es una mochila celeste con flores, me parecía haberla visto antes. Al lado de ella una chica rubia, que me parecía conocida de algún lugar.
Me invitan a sentarme junto a ellas, arreglamos los días que me iba a quedar (previamente habíamos intercambiado algunos mails) y nos pusimos a charlar con la inglesa, quien ahora tenía nombre… era Sara, le conté que reconocí su mochila y ella me dijo que me había visto en el ferry de llegada a Savaii.
Falesoa nos preguntó si teníamos problemas en compartir un fale, dijimos que no y nos condujo a enseñarnos cuál era. No sé, yo desbordaba de felicidad: el día soleado, el sonido de las olas, el color del agua y dormir con esa vista. Sí, no era un hotel de 5 estrellas porque mi hotel tenía billones 🙂
