Wow! Creo que es la onomatopeya que mejor describe esta primer semana en Nueva Zelanda. No sé por dónde empezar porque fueron probablemente los días más intensos que tuve. Bueno creo que vamos a empezar por el principio no? 😛
Llegamos a Auckland sin problemas, y digo llegamos porque terminamos siendo un grupo de aproximadamente 8 argentinos en el mismo vuelo. La mayoría tenía un hostel reservado en pleno centro y yo hacía couchsurfing justo a un par de cuadras en frente de la estación Britomart. Muy buena ubicación como para empezar…
La idea era conectarme a internet en el aeropuerto para hacerle saber a quienes me hospedaban que estaba camino a su departamento. Pero esos supuestos 30 minutos de conexión (que hay que saber usar sabiamente) no estaban funcionando correctamente por lo que dije “bueno, voy directamente si total más o menos sé donde queda” Pero la verdad es que sólo tenía el nombre del edificio y ningún número de puerta. Me tomé un shuttle que me llevó por $17nzd y me dejó justo en la esquina. Sólo cambié 20 usd americanos en el aeropuerto ya que ellos siempre te cobran una tasa a diferencia de las casas de cambio que encontrás en la calle.
Sábado 8 am me encontraba en la ciudad de Auckland, la gente apenas comenzaba a pasar, yo estaba cargada con mi valija y mi mochila y no había ninguna señal abierta de wifi como para conectarme. Me quedo esperando un rato afuera del edificio (al menos ya lo tenía visualizado) y sale un hombre de unos 80 años a quién le pregunto si por esas casualidades no conocía a Corb (uno de los chicos que me iba a hospedar), me dijo que no y le pregunté si sabía dónde conectarme a internet. Me invitó a dejar mis cosas en el lobby (acá nadie roba si no es de ellos diría mi tía jajaj) y con mi mochila tecnológica fui con el viejito hasta The Coffee Club. Me ofreció pagarme el café pero la verdad es que me daba apuro que lo haga. Me acordé que no tenía efectivo así que tuve que usar la tarjeta de crédito… Después de comprar, me dieron un código para usar internet y ahí fue cuando me pude comunicar con mis host de couchsurfing.
Finalmente me encontré con uno de ellos, dejé mis cosas en el departamento y saludé a otra chica de Irlanda que también se estaba hospedando ahí. Bajé a encontrarme con el grupo de argentinos con el que habíamos tomado el vuelo para hacer algunos trámites ya que los bancos acá también abren los sábados. Sí, de no creer.
Comenzamos comprando chips para nuestros teléfonos. Hay varias telefonías celulares pero yo de antemano estaba pensando en Vodafone, tal vez es un poco más cara que otras pero tienen mejor servicio. Me llevé el celular liberado de argentina así no arrancaba haciendo un gasto innecesario acá.
Con el tema del banco, como decían por ahí, abrir una cuenta acá es como comprar una hamburguesa en el McDonald’s, lo malo de ir a los locales del centro es que por lo general no te atienden en el momento y necesitas una cita… decidimos esperar al lunes para ver qué resolvíamos.
En esa primera mañana ya pude experimentar Auckland como la ciudad de las 4 estaciones. En menos de 2 horas pasó de estar soleado, a nublarse y llover, luego salió un fuerte viento y ya otra vez salió el sol. Y así puede cambiar durante todo el día por lo que es difícil saber qué llevar puesto.
Después de hacer lo que todos aprovechan a hacer en Auckland… trámites. Decidimos relajarnos un poco y caminar por la ciudad… hasta que acordamos encontrarnos más tarde. Estaba en la esquina del departamento donde me estaba quedando, a punto de cruzar la calle para poder ingresar al edificio pero la curiosidad me llevó para otro lado. Seguí caminando por la vereda de enfrente y me terminé topando con un Mercado detrás de Britomart. Tengo como una debilidad por los mercados, en este ofrecían muchas cosas caseras, frutas y verduras orgánicas y hasta había un puesto que vendían empanadas argentinas, yerba mate entre otros productos de latinoamérica como las arepas venezolanas, recuerdo haberlas probado en el mercado de Fremont en Seattle, esta ciudad ya me estaba recordando a viejas épocas 😉
Después de haberme deleitado unos minutos probando algunos quesos caseros y orgánicos(sí, ya aaranqué comiendo), hablado un poco con la gente (no me puedo aguantar) decidí caminar un poco más hasta el supermercado… salí espantada porque me recordó a los super en EE.UU mucha comida chatarra… terminé comprando nada y cuando quise volver al mercadito (eran las 12:15pm) ya estaban cerrando. Acá todo es temprano jaja.
En la noche me encontré con un grupo grande de argentinos, mi amiga Ana (una genia) me busca con su novio y un amigo, le entregué algunas cosas que le traía desde Córdoba y de ahí partimos hacia un restaurant para comer pizzas italianas 😉
Eran las 8 de la noche y yo no daba más… sentía que si cerraba los ojos me podía dormir en la mesa. Tenía mucho jet lag, y claaro si miraba la hora que era en Argentina… era obvio que tenía unas ganas terribles de tirarme en la cama… y esto recién recién empezaba…