Atravesamos por días de encierro, el mundo se encuentra en cuarentena por la pandemia que atormenta al planeta. Y en ello los viajeros nos encontramos a las antípodas de lo que nos gustaría estar haciendo… viajar. Como no lo podemos hacer físicamente por obvias razones, rascamos en la mochila de nuestra memoria aquellos subvenir de recuerdos, historias, emociones y sensaciones que nos dejó la ruta en todo este tiempo. Acá va mi relato de mi viaje por el norte argentino.
La irrupción en estos últimos años de las aerolíneas de bajo costo en América Latina, y más concretamente en Argentina, abrió, para muchos, la posibilidad de recorrer este increíble país latinoamericano. En este destino, la diversidad geográfica y cultural está asegurada, así como también el placer visual de hermosos paisajes y la calidez de su gente.
Argentina y más concretamente el norte, es un lugar ideal para poder recorrerlo en un viaje en solitario y con mochila a la espalda. La realidad es que si se quiere, nunca se está completamente solo (si buscas conocer compañeros/as de viaje). Es muy fácil encontrar manos que estén dispuestas a compartir mates, historias y amistad.
La practicidad, su diversidad geocultural, los costos accesibles y cercanía de los lugares más atractivos son quizás la clave de porqué es el destino ideal para que este sea tu primer viaje o una escapada de algunos días. El NOA es el destino en que miles de viajeros latinoamericanos realizan su tesis y reciben su título de grado de Mochileros, para posteriormente salir a trotar el planeta.
Este viaje se trató de poder acercarnos al mundo andino, viajando por el noroeste argentino, sur de Bolivia y norte de Chile. Con la limitante del tiempo, dado a quienes hacemos del viajar y conocer nuevas culturas, nuestras vacaciones anuales. Pero en esta entrada, procurando ser breves, nos vamos a centrar en la recorrida por el noroeste argentino.
Si bien el NOA está conformado geográficamente por 5 provincias (Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, e inclusive La Rioja), por una cuestión de tiempo y de itinerario cargado, decidimos recorrer Salta y Jujuy.
La LINDA
Algunos consideran a Salta una frontera. Una frontera entre los Valles Calchaquíes (el cuartel de la resistencia de los Quilmes contra la dominación extranjera, que suben desde Tucumán) y la Quebrada Roja de Humahuaca, que se extiende todo por Jujuy hacia el norte, chocando en Bolivia. También es una frontera entre dos mundos étnicos y culturales: collas y blancos comparten las calles. Coloridas whipalas (bandera de cuadritos de colores de los pueblos originarios andinos) y cruces católicas adornan la ciudad.
Es una ciudad colorida, debe ser por eso que le dicen “la linda”. Al truco cantado por el mundo colorido andino, el vaticano contesta retruco con hermosas fachadas de las iglesias. Vale la pena un recorrido por las iglesias, subir caminando o en teleférico para apreciar las vistas a la ciudad desde el cerro San Bernardo y descansar a los pies del monumento a Güemes, libertador de estas tierras. Por la noche tomarse una cervecita con empanadas en alguna peña Salteña a ritmo de folclore, son de las cosas imprescindibles que hay que hacer en la ciudad capital de Salta.
La Quebrada de Humahuaca
Jujuy está compuesto por tres áreas geográficas bien delimitadas: las Yungas, selvático y húmedo, conocido como la zona verde de Jujuy. La quebrada de Humahuaca, roja y polvorienta de hermosos cerros de colores y escenario de carnaval andino. Y la Puna, árida y altiplánica.
A lo largo de la quebrada se ubican muchos pueblitos, distintos entre ellos pero que comparten la escenografía de estar rodeados por los rojizos amarronados de los cerros, presentes cada vez que levantamos la cabeza para mirar.
Tilcara es un pueblito rústico de calles asfaltadas y de tierra, casitas de adobe como la mayoría de las que se encuentran en la quebrada de Humahuaca. Se encuentra rodeado por un estandarte Serranía marrón.
Famoso por su estancia e inspiración de muchísimos artistas, como las bandas de rock argentino Divididos, Almafuerte e Intoxicados; es el pueblo más grande de la quebrada, con muchos sitios de interés para conocer, con algo de vida nocturna y rica oferta gastronómica. Además la terminal de Ómnibus con servicios a todos los pueblitos de la quebrada y a provincias aledañas hace que sea por excelencia el centro logístico de la mayoría de los viajeros.
Imperdibles para conocer en Tilcara son el Pucará, las Cuevas del Wayra, la Garganta del Diablo, la Laguna de los Patos.
Purmamarca, declarada patrimonio histórico por la UNESCO, está rodeada por el cerro de los 7 colores el cual podés apreciar a través de la caminata al paseo de los colorados, un recorrido de 3km que se hace bastante ligero. De Purmamarca salen las excursiones a las Salinas Grandes (Jujuy también, como toda la región andina es tierra de grandes salares).
Humahuaca es el pueblito al norte de Tilcara. Imperdible es visitarlo, dado que allí tras viaje pintoresco a través de las montañas con mal de altura incluído, se encuentran las serranías del Hornocal o Cerro de los 14 Colores, considerado por muchos como una de las Maravillas del Mundo Natural. Cuando el sol pinta los 14 colores de los cerros, es el premio mayor al esfuerzo realizado por estar al firme frente a los efectos de la altura.
Uquía por otro lado es un pueblito de pocas casitas de adobe y sus cerros rojos: la Quebrada de las Señoritas, y blancos: donde cada carnaval se realiza el tradicional ritual de Bajada de los Diablos Andinos. A pocas cuadras de allí, hacia el sur se encuentra la cooperativa de artesanos, donde se realizan trabajos de esquila de las llamas, para la confección de lana que posteriormente se transformara en productos textiles, que se venden a lo largo de toda la Quebrada.
Iruya y San Isidro-Salta: Los imperdibles e increíbles pueblitos que cuelgan de las montañas.
Desviando de la ruta 9, agarrando la ruta 13 (misma ruta que es número 13 en Jujuy y 133 en Salta), atravesando la provincia de Jujuy rumbo noreste, por zigzagueantes caminos de ripio y acantilados se encuentra Iturbe, uno de los últimos pueblitos para ingresar nuevamente a la provincia de Salta. Tras atravesar el abra del cóndor (punto limite entre ambas provincias y zona de mayor altura en el camino: 4000 metros sobre el nivel del mar) se encuentran Iruya y San Isidro; dos pueblitos que literalmente cuelgan de las montañas.
Caminar por las calles empedradas de Iruya es remontarse a los orígenes mismos de los pueblos latinoamericanos, en que las tradiciones andinas están marcadas a cada paso.
Compuesto casi en su totalidad por población originaria, para apreciar Iruya y su cotidianeidad de mejor manera, es conveniente guardar discreción y no parecer turistas invasivos. La población local de Iruya es muy celosa de sus tradiciones y no le gusta sentirse invadida.
Imperdibles de Iruya son: visitar el mirador del pueblo para obtener una vista impresionante del pueblo rodeado de las montañas, unos buenos mates con tortillas norteñas y la vista del atardecer en el mirador del cóndor. Pero fundamentalmente, el recorrido de sus calles, es imprescindible.
San Isidro es un pueblito muchísimo más chico que Iruya, la única manera de llegar a él es a través de una hermosa caminata de 8km bordeando el arroyo en medio de valles y cañones de piedra, o caminando por las laderas de las montañas (hay para los dos gustos). Cruzarse con burros y animales de montaña, así como pobladores locales que se trasladan de un pueblo a otro son paisaje del recorrido.
En San Isidro no hay líneas telefónicas ni señales de WIFI, por tanto, debemos tener la precaución de realizar llamadas o avisos al mundo exterior antes de partir de Iruya. Lo que hace de San Isidro un lugar ideal para un buen retiro espiritual y desconexión del mundo, en que la introspección, disfrutar de la naturaleza y conocer cultura local sea lo central de esta estadía.