Tal como estaba anticipado, el clima era perfecto. Aproveché la mañana y fui a desayunar en un lugar llamado “Café la Taza” sobre Mission St. Pagué unos 8usd por todo el desayuno que valió la pena. Esas eran mis épocas donde todavía tenía suficiente para poder obviar lugares como McDonalds. Mi desayuno fue de huevos revueltos, jugo de naranja natural, frutas varias y tostadas; la persona que atendía mi mesa me acercó chile y otras cosas para condimentar, todavía mi estómago no puede con tanto, así que apenas usé la sal para darle un toque a los scrambled eggs.
Con las energías más que cargadas, emprendí mi larga caminata desde el barrio de Mission, pasando por Dolores Park, Castro y llegando hasta Golden Gate Park, que para aquellos que estuvieron en Central Park en Nueva York o Hyde Park en Londres es bastante parecido. En ese lugar podes encontrar varias cosas para hacer, podes recorrer el
Japanese Tea Garden,
California Academy of Sciences y
San Francisco Botanical Garden & Strybing Arboretum entre otros. Además hay espacio suficiente para hacer lo que quieras desde tirarte a tomar sol hasta practicar algún deporte.
Mi idea era llegar hasta el final del parque pero por cuestión de tiempo y el hecho que mis piernas ya me estaban diciendo basta (más que nada después de caminar por el barrio de Castro donde subí poco más de dos cuadras empinadas para nada, porque ese no era el camino, pero supe aprovechar la vista que tenía del resto de San Francisco desde allí), decidí tomar el bus que me llevaba hasta Golden Gate Bridge, porque como había dicho en el post anterior, no quería desaprovechar el sol de San Francisco.
Lo mejor de las paradas de la ciudad es que te dicen exactamente en cuánto tiempo llega el bus que necesitas tomar. Gracias a Dios el mio llegaba en menos de 5 minutos porque el calor que tenía no les puedo explicar. Si no me equivoco, el número 28 es el que te lleva desde Golden Gate Park, y algo importante de saber es que los autobuses te dan un ticket en dónde te dice hasta que hora podes utilizarlo, por lo tanto, para la vuelta no es necesario volver a comprar otro. Mientras sea el horario permitido, podes subir y bajar de los buses la cantidad de veces que quieras.

Llegué finalmente a destino, estaba lleno de gente… éramos varios los que queríamos tomar ventaja de ese día más que perfecto. Había un grupo gigante de asiáticos que supongo que venían todos juntos como en un tour… como yo iba sola no tenía alguien que me saque una foto, y lo bueno de que eran asiáticos es que la tienen más que clara con el tema de las cámaras, me tomaron excelentes fotos la gran mayoría (pedí varias por las dudas jaja) y obvio, era la modelo también jaja. Una de las primeras fotos me las tomó un chico americano en realidad, que estaban haciendo unas tomas para rodar un video clip, venían de Los Ángeles… hay veces que soy medio tonta, y por no querer quedar como “preguntona” las cosas importante como “para qué artista es el video clip” no pregunto jaja. Después de estar un rato largo en ese lugar, decidí tomarme un tiempo para apreciar la vista desde otro punto… caminé a lo largo del puente, solo hasta la mitad, como les dije mis piernas no daban más. Muchos caminábamos, otros rentaban bicicletas.
Me tomé el bus de vuelta, por suerte con el mismo ticket pude volver al barrio de Mission… pero a propósito no me bajé en la parada que debía, así, de forma rápida pegaba un vistazo al centro de San Francisco; de todas formas después iba a encontrar la manera de volver. Me bajé en Market St. que es la principal, caminé un poco y después me tomé otro bus de vuelta hasta Mission.

Al llegar me tomé un baño y fuimos con mis hosts de couchsurfing a “
Limon Rotisserie” es un restaurant peruano, excelente comida, guarniciones y bebidas. En la vuelta uno de ellos quería ir a un bar que se llama “
Revolution Cafe“, yo estaba muerta pero la noche estaba en pañales jaja así que con Arvind decidimos acompañarlo y nuevamente valió la pena, el lugar tenía excelentes vibras, había una pareja cantando canciones en inglés y español y no había espacio para sentarse porque estaba lleno adentro y afuera. Cuando nos estábamos yendo, uno de mis host de couchsurfing se encontró con su vecino y después se sumó otro extraño del bar a nuestra conversación que nos contó que su perro se intoxicó con Marihuana, que lo tenía internado porque le tenían que hacer un lavaje de estómago jajaj. El “vecino” por otra parte, era de Brasil y hacía muchos años que vivía en EE.UU pero su forma de hablar en inglés todavía tenía la tonada brasileña; él y yo hicimos como una conversación aparte pero dentro de la misma ronda cuando empezamos a hablar de artistas de Brasil como Ivete Sangalo (que yo soy muy fanática), me contó como es la “rivalidad” en su país entre lugares como Salvador y Rio de Janeiro; en un momento me habló de que vivió en Seattle y de la nada después entre todos se nos habrá pasado una hora hablando, y eso que ya nos estábamos yendo.
Al finalizar mi largo pero excelente día tenía esa sensación que me estaba enamorando de San Francisco… esa mezcla de culturas, comidas, dialectos… es eso lo que me encanta de viajar e ir a ciudades como éstas, cada barrio tiene esa particularidad y así sea nuestro estilo o no, nos gusta igual, nos damos cuenta que es diferente pero al fin y al cabo estamos todos en un mismo lugar…