Mi recorrido por París ya estaba llegando a su fin pero por supuesto no podía irme sin pasar por la  imponente Catedral de Notre Dame, ubicada en la Isla de la Cité en el IV distrito, alrededor del Río Sena. Es uno de los más famosos y hermosos ejemplos de la arquitectura medieval. Comenzó a ser construida en 1163 y fue finalizada en el año 1345.
     Siempre quise conocerla porque me recuerda a Esmeralda y Quasimodo en la película del Jorobado de Notre Dame, una historia adaptada a la obra literaria francesa de Victor Hugo, llamada Nuestra Señora de París.
     La catedral tiene un estilo gótico que la hacía diferente de aquellas que había visto antes, y fue justamente en Francia donde comenzó a surgir esta clase de arquitectura.
Notre Dame
Kilómetro Cero

Sin darme cuenta por un segundo, me encontraba justo en el kilómetro cero que está ubicado en frente de la catedral, el punto donde comienzan las rutas nacionales de Francia y donde esa misma estrella de bronce, indica que estás en el centro de París 🙂

     Teniendo en cuenta los puntos a recorrer que había marcado en mi guía de viajes,  los jardines de Luxemburgo era otro de los lugares más importantes que no quería dejar sin tachar en mi lista.
De un momento a otro nos encontrábamos en el VI distrito en el corazón del barrio Latino, reposando en las sillas alrededor de la fuente, donde también por supuesto, había otras personas que hacían lo mismo que nosotros, sentarse, contemplar y respirar.
     Como lo mencioné antes,  París ya estaba casi concluyendo, y en esos momentos en los cuales no estás acarreando una mochila, y no hay nada para observar porque ya es hora de ir a dormir, era cuando me detenía a pensar en dónde estaba realmente, en cómo había llegado, la forma en que había empezado mi plan de viajar a Europa y cómo estaba haciendo de esos planes, un hecho.
Jardines de Luxemburgo

Yo, como tal vez muchos de ustedes, me veía lejos de poder realizar un viaje de estos, no digo que nunca pensé en hacerlo, sino que no creía posible poder viajar siendo tan joven, ya sea por la forma en la cual nos inculcan lo que deben ser nuestras prioridades en la vida o la parte económica de todo esto. Y por qué digo “la forma en la cual nos inculcan lo que deben ser nuestras prioridades en la vida”?, muy simple, lo más “común” es terminar nuestros estudios secundarios y todos nos vemos atosigados por la gente, por la sociedad en la que estamos inmersos, a rápidamente elegir una carrera, una profesión, mudarnos a otras ciudades a estudiar etc.

        Sinceramente no quería eso, al menos no para mi, no estoy en contra de aquellas personas que lo hacen porque todo depende de lo que es más importante para cada uno y de hacer lo que realmente nos gusta no?.  Tampoco estoy diciendo que la vida es un “viva la pepa”. Yo había elegido una carrera, o varias, no estaba muy segura, pero en el fondo de mi sentía que tenia que irme, sentía la necesidad de conocer el mundo de otra forma.
A todo esto, después de haber tomado la decisión de vivir en Estados Unidos un año apenas cumplidos mis 18, por supuesto mi mamá tenía que escuchar más de una vez a todos, haciéndole preguntas como… ¿no es muy chica para que se vaya tanto tiempo? ¿va a perder dos años de estudio? ¿dejas que se vaya sola? bla bla bla. No sé si mi mamá lo estará leyendo ahora, pero si lo está, le agradezco con el alma el haberme apoyado para que yo pueda hacer ese viaje y hacer oídos sordos a todas esas preguntas.
       Obviamente, la pregunta del millón que a mi me hacían era… “¿estás segura?” y yo: “por supuesto que lo estoy”. Ahora, tengo que confesar después de tanto tiempo, que nunca estuve segura jaja, solamente hacía lo que creía que era lo mejor para mi y en ese momento mi inseguridad la conocía yo y nadie más que yo misma. Con pensar que nunca había viajado más de 50 km sola y que en mi infancia más de una vez me tenían que ir a buscar a la casa de mis amigas del jardín porque no me hallaba en plena tarde y por un par de horas… ¿y me estaba yendo un año, sola a Estados Unidos, a trabajar? Jaja, bueno lo logré, me fui sola, más de un año, y hoy les digo que no me hallo en mi propio país… así de rápido cambian las cosas y cambia la vida.
       Hasta el día de hoy siempre pienso en que hubiese fracasado totalmente en cualquier cosa que haya elegido, por la sencilla razón de que no era lo que sentía que debía hacer en ese preciso instante.
       Lo que quiero decirles con todo esto, es que la vida también se aprende con el simple hecho de vivirla, y eso es algo que no vamos a encontrar en los libros, pero tengo que reconocer que los libros nos ayudan a vivir esa vida mucho mejor 😉 Por eso, viajen, pero viajen con el corazón, salgan de la rutina, aprendan idiomas, escuchen otras historias y después me cuentan cómo se siente 😉
        Finalmente llegó el día en que teníamos que dejar Francia, nos dirigimos en un mini bus hacia el aeropuerto de Beauvais (si mal no recuerdo, nos costó 11 EUR cada uno), que está ubicado en las afueras de la ciudad, y desde allí salen los vuelos low cost (bajo costo) como los de Ryanair (http://www.ryanair.com/).
        Una vez ahí, tuvimos un pequeño problema con nuestro equipaje, nos pasábamos y por mucho, el peso de 15kg, y obviamente no íbamos a pagar de más jaja. Comenzamos a sacar ropa y a encimárnosla. Si ya parecía el gordito de Michelín con mis 16 kg de más, no se imaginan después de eso. Además ¡teníamos calor!
       Ahora sí, ya estaba lista después de increíbles días en París, a tomar mi vuelo hacia mi segundo stop… Ciao Italia! 

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Daiana Fernandez

Daiana Fernandez

Argentina viajera y nómada de alma desde 1989.
Slow Traveler, me gusta viajar lento y tomarme mi tiempo para conocer una cultura nueva. Acuariana apasionada por la fotografía, la escritura y el storytelling.

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